Desde hace algún tiempo los medios de "información" nos están bombardeando con sus catastróficas previsiones sobre el sector inmobiliario.
Nadie duda que un enfriamiento de la economía tendrá consecuencias negativas en el número de transacciones que se efectúen, pero el dramatismo con el que se transmite puede acarrear unas consecuencias aún más graves al instaurar una sensación casi de pánico en el posible comprador de vivienda.
Como ejemplo, hoy mismo publica Idealista una noticia basada en un informe de Standard & Poors, agencia de calificación que no se caracteriza precisamente por un desmesurado optimismo, en el que estima unos crecimientos del precio de la vivienda del 5,5% para el 2019, 4,4% para el 2020, 3,9% para el 2021, y 3,3% para el 2022. Si las matemáticas no engañan, esto supone un crecimiento acumulado del 18,21%.
Pues bien, la primera frase de la noticia de Idealista dice, textualmente, "Comprar una casa en España en el año 2022 será un 2,2% más barato que en este ejercicio"
No sé si atribuirlo a una vergonzante falta de rigor o a algún extraño interés que no consigo adivinar, pero no hay duda del efecto que produce en quien lo lee.